Se llama Javier Lorenzo Agrafojo. Es de Noia. Y también un héroe. Pero, como casi todas las personas que hacen cosas grandes, él le quita importancia a la gesta que protagonizó el jueves por
la tarde. Es un episodio que tardará en olvidar y que se resume con una sola frase: Javier, miembro del Grupo Municipal de Intervención Rápida (Grumir), puso su vida en juego para salvar la
de otro. Concretamente, la de Germán, un vecino suyo que se desmayó en un pozo.
Cuenta Javier que el jueves por la tarde, como muchas otras veces, estaba él solo de guardia en el Grumir -pese a sus numerosas intervenciones, el equipo está bajo mínimos de personal-.
Recibió una llamada del 112 alertándole de que había un hombre atrapado en un pozo, en Orro. Salió para allí con lo básico: un equipo de aire comprimido -que, fundamentalmente, tiene una
mascarilla- y dos cuerdas. Cuando llegó, en el lugar únicamente había familiares y vecinos, que estaban desesperados porque una persona ya había intentado rescatar a Germán, el hombre
atrapado, y lo único que había conseguido había sido quedarse él sin aire y, eso sí, poner boca arriba a la víctima.
Dice Javier que no se lo pensó demasiado. Que miró hacia abajo y que entendió que tenía que ir a por Germán. Se puso el equipo de aire y empezó a bajar. Cuanto más lo hacía -Germán estaba a
unos seis metros de profundidad, en un pozo de 1,20 metro de ancho-, más difíciles veía las cosas. «Miraba para abaixo e vía que
a auga lle chegaba ao queixo xa, e non podía parar de pensar en que debía estar morto, porque non se movía». Al acercarse a él, la cosa se puso peor. Conoce a Germán, y notó
que «estaba moi azul, demasiado morado, crin que estaba
morto, iso dende logo. Flotaba na auga e todo».
Le dejó su equipo
Aún así, no se rindió. Todo al contrario, se quitó su máscara y se la puso a Germán. Sabe que el protocolo indica que eso no se debe hacer, pero quería agotar el último cartucho, intentar por
todos los medios que su vecino no dejase su vida en aquel laberinto. Intentó respirar con apneas, aguantando y soltando aire. Mientras, buscaba la fórmula de agarrar con una cuerda a Germán,
de sujetarlo de alguna manera.
Fueron instantes en los que se le pasaron por la cabeza muchas cosas. Lo recuerda con bastante nitidez: «Eu non quería morrer
alí, tiña que subir como fose, e a ser posible tiñamos que subir os dous». Así que se puso manos a la obra. Le ató una cuerda a la cintura, lo agarró a él, y tiró hacia arriba.
Y lo logró. Antes de sacarlo, tuvo que volver a ponerse la mascarilla porque sintió que él también iba a desfallecer. Dice que cuando volvió a ver la luz del día, casi no se lo cree. Y sigue
convencido de que todo fue cuestión de minutos, quizás incluso de segundos: «Penso que se está alí dous minutos máis morre,
porque a auga seguía subindo, e el xa flotaba».
Estaban los médicos
Cuando salió, allí estaban los médicos, que tuvieron que atender a Germán, que no volvió en sí hasta estar ya en el helicóptero -luego fue ingresado en la UCI del Clínico, en estado grave-. Y
que también tuvieron que ayudarle a él. No en vano, Javier tuvo que ir al centro de salud a ponerse oxígeno. Cree que no le pasó tanta factura el hecho de quedarse sin oxígeno como el momento
de agotamiento y estrés que vivió. «Nunca me vira en algo así, a verdade é que levo vinte anos nisto e nunca me pasara algo
así».
Ayer, Javier insistía en quitarle hierro a lo que hizo. Guarda algunos rasguños de su odisea. Pero parecen importarle poco. Lo que sí le preocupaba era si Germán se recuperará pronto. Por las
informaciones que él tenía, continúa ingresado en la UCI del hospital Clínico de Santiago de Compostela.
«Víao morto e o único no que pensaba era en sacalo de alí, en tirar para arriba»
«Eu non quería morrer alí, tiña que subir como fose e, a ser posible, el comigo»